Resumen
Uno de los principales requisitos en el manejo reproductoras en la etapa de levante es la alimentación y con ello las diferentes variables que abarcan desde el nivel de consumo, tipo de alimento entre otros. En este estudio se evaluaron cuatro diferentes niveles de consumo de alimento en reproductoras durante la fase de levante (5ta a 19 semana) con base a su nivel energético (Kcal). Se utilizaron 200 reproductoras distribuidas completamente al azar, alimentadas con cuatro diferentes niveles de consumo: tratamiento control (CT), basado a la relación ganancia de peso y uniformidad semanalmente (CP), la adición (+10%) y disminución (-10%) del 10% del consumo con base a lo suministrado en el tratamiento CP.
Se registro y evaluó semanalmente la ganancia de peso (GP), score de pechuga, y uniformidad, así mismo en la semana 19 se realizó la evaluación de grasa pélvica y del contenido muscular. Se observo una menor ganancia de peso en el tratamiento -10% frente a los otros tratamientos evaluados. Hubo una menor uniformidad en los tratamientos -10% y especialista, lo cual puede resultar negativamente en los pesos de los animales y por ende problemas reproductivos durante la etapa de producción. es aconsejable realizar gradings o controles de peso con fines de reducir competencia por el alimento disponible y por ende reducir disparidad en los pesos de los animales.
Palabras clave:
Alimentación de reproductoras, consumo de energía, ganancia de peso, técnicas en cría.
Introducción
La reproductora de engorde es el resultado de una selección genética intensiva para dos criterios importantes pero conflictivos, el crecimiento rápido y eficiente durante la etapa de levante, y una alta tasa de producción de huevos en su fase de producción. La selección con miras a aumentar el peso corporal durante el levante y mejorar el rendimiento de la carne en pollos de engorde también ha resultado en un aumento desproporcionado en la ingesta voluntaria de alimento. Si se suministra alimento ad libitum, consumirán en exceso para lograr la homeostasis energética requerida (Decuypere et al 2006; Bornstein et al 1979).
Es fundamental que en las aves reproductoras reciban la cantidad adecuada de energía, tanto en levante como en postura, para cumplir con sus requisitos de mantenimiento, promover su desarrollo y cumplir con los objetivos de la producción. La energía se utiliza para procesos de mantenimiento, reproducción, termorregulación, actividad física entre otros. Los requerimientos de mantenimiento se ven afectados principalmente por el peso corporal y pueden modificarse por cambios en la temperatura ambiental. Si la temperatura ambiental no es la apropiada o es variable, el ave tendrá que utilizar parte de la energía que recibe para mantener la temperatura corporal. Así, esta energía deja de quedar disponible para el crecimiento o mantenimiento (Bruggeman et al 2005; NRC, 1998). La literatura indica que, para reproductoras pesadas con restricción alimenticia, la energía en la dieta (más que la proteína) es el factor limitante para el ritmo de crecimiento (Pearson y Herron 1981; Bornstein y Lev 1982; Pearson y Herron 1982; López y Leeson 1995). Cuando se suple suficiente energía, las aves presentan un incremento en el ritmo de crecimiento, pero no se obtienen respuestas similares en respuesta a la adición de más proteína.
La mejora en el rendimiento está estrechamente asociada con la mejora en la utilización de nutrientes y energía, el cual se relaciona principalmente con la disponibilidad de más nutrientes y energía de los ingredientes del alimento. La utilización de energía en reproductoras generalmente se expresa en términos de energía metabolizable que explica básicamente la pérdida de energía en la excreta. Aparte de ciertas situaciones específicas, tales como estrés por calor, los niveles de proteína y aminoácidos de la dieta están relacionados con el contenido energético del alimento. Esto, sumado al requerimiento de energía del ave en cada etapa de su vida, lo determina el consumo de alimento y, consecuentemente, la ingesta de lípidos y carbohidratos (Renema y Robinson 2004).
Desde el punto de vista calórico, los valores de requerimiento van dependiendo de la edad, etapa productiva, crecimiento y temperatura ambiental. En general, los requerimientos de energía metabolizable, así como su eficiencia de utilización se han establecido gracias a estudios calorimétricos y técnicas de sacrificio comparativo. Las metodologías incluyen ensayos de alimentación y estudios de balances energéticos en donde las aves son alimentadas con diferentes niveles de energía y se mide la producción de calor (McDaniel et al 1981). Existen datos limitados que indican específicamente los requerimientos energéticos de aves reproductoras pesadas con diferentes pesos y conformación esto debido a los efectos ambientales, de manejo, instalaciones entre otros, por lo cual no se ha especificado concretamente, además se encuentran muy pocos estudios realizados en países en vías de desarrollo donde se manejan convencionalmente, el cual el manejo del ambiente es muy limitado provocando alteraciones calóricas y generando pérdidas económicas por adiciones en la compra de piensos.
El manejo en la dieta en la cría y el levante en reproductoras generalmente está restringido para prevenir la obesidad, de acuerdo con varios autores (Brody et al 1980; Bomstein et al 1984) existe una correlación negativa entre el depósito excesivo de grasa corporal y el rendimiento reproductivo (Brody et al 1980). Además, el sobrepeso corporal de las pollitas de engorde aumenta el requerimiento de energía para el mantenimiento y, por ende, fomenta el inicio temprano de la producción de huevos, con una tendencia a un tamaño pequeño y no aptos para la incubación (Bornstein et al 1984). Para retrasar el crecimiento durante un período prolongado, es necesario utilizar diferentes técnicas de restricción severa de alimentación. (Hocking et al 2002). Cuanto más pesada es la pollita en la madurez, mayor es el peso corporal durante la puesta y, por lo tanto, mayor es la reserva de energía potencial y también mayor ingesta de alimento (López y Leeson 1995). No se sugiere que las pollitas se encuentren extremadamente gordas, pero es obvio que las aves de peso óptimo con una reserva de grasa razonable son las más adecuadas para situaciones de estrés por calor (Renema et al 1999).
La literatura indica que las aves con bajos pesos corporales tienden a retrasar el inicio de postura y ponen menos huevos que las aves medianas o pesadas. Se supone que los bajos pesos corporales en el momento de la madurez sexual se pueden deber a que el peso y la composición corporal límite son menores a ese peso obtenido (Robinson y Robinson 1991) o a que las aves más pesadas sobrepasaron dicho límite antes de que fueran foto-estimuladas. Sin embargo, no es sólo un asunto de peso corporal, otros reportes indican que aves que inician postura con peso corporal mayor presentan menor producción que las aves que entraron a postura con el peso recomendado, así mismo es posible que la línea tenga que depender de las reservas de energía de su cuerpo como complemento de su ingesta de energía disminuida de la alimentación (Robinson et al 1993).
Dos parámetros a tener en cuenta en las reproductoras es el tamaño de la pechuga y el depósito de grasa pélvica, el primero De acuerdo con Bakker (2015) es fundamental que estas tengan suficiente score de pechuga (puntuación 3 – 4 de 5) (tabla 1) y grasa pélvica (más que el 95% del lote) antes de recibir estímulo de luz (semana 22), lo que contribuye a un buen pico de producción y persistencia de postura, altos niveles de incubabilidad inicial y viabilidad en la primera semana de vida de la progenie, así como baja mortalidad de las reproductoras durante el pico de producción, por lo cual es necesario una reserva acumulada de energía, la cual llegará a formar masa muscular, una vez alcanzado el límite muscular en la ave se crea una reserva de tejido adiposo la cual es mayormente utilizada para la etapa de producción (De Jong et al 2005).
Tabla 1. Score de pechuga (Aviagen 2013).
Las diversas formas de manejo, la falta de información y la falta de ensayos experimentales en la región son necesarias para poder entender la utilización de la energía por parte de la reproductora, esto ayudara a generar recomendaciones nutricionales adecuadas con la ventaja de tener un conocimiento más amplio del metabolismo, con ello ayuda a mejorar productividad, reduciendo costos de manejo y de operación.
En el presente trabajo se busca identificar el comportamiento del peso, ganancia diaria de peso y composición de la pechuga de reproductoras Ross 308 AP con respecto al nivel de consumo de alimento en base a los requerimientos de energía, mediante el uso de cuatros tratamientos; tratamiento control (recomendado por Aviagen ®) (CT), el segundo tratamiento se ajustaba el consumo con base a la relación ganancia de peso y uniformidad que obtenían semanalmente (CP). Así mismo el tercer y cuarto tratamiento se realizó con la adición (+10%) y disminución (-10%) del consumo con base a lo suministrado en el tratamiento CP durante periodo de levante (5ta – 19 semana). Así mismo se piensa identificar los efectos que conlleva los diferentes tratamientos en los nutrientes como proteína y energía e identificar la relación que existe entre energía metabolizable y peso en aves reproductoras además lo que implica el aumento o disminución de dicho requerimiento.
Materiales y métodos
La granja se encuentra en el municipio de los Santos (Santander) a una altitud de 1700 msnm, una temperatura promedio de 21°C. Se seleccionaron al azar un total de 200 reproductoras Ross AP 308 con edad de 35 días de edad (5 semanas), presentando un peso aproximado de 600 g +/-20%, se alojaron en 20 corrales de piso en cama de cascarilla de arroz. Los corrales presentaban una dimensión de 2m x 1m, donde se distribuyeron 10 pollitas en cada corral. Cada tratamiento presentó 5 corrales, en total fueron 4 tratamientos con diferentes niveles de consumos de alimento (CT, CP, +10% y -10%) ajustándose con respecto a la energía metabolizable que contiene el alimento de manera semanal (2750 kcal/1000g) (tabla 2). El alimento se presenta en forma de harina está compuesto en gran medida por maíz, sorgo y soja. Así mismo se controló tamaño de partícula del alimento, temperatura, humedad relativa y fotoperiodo durante el tiempo de la ejecución del experimento (tabla 3).
Tabla 3. Condiciones ambientales (temperatura ambiental, humedad relativa oscurecimiento) y granulometría.
Tabla 2. Niveles de consumo de alimento y su equivalencia en Kcal utilizados en los 4 diferentes tratamientos.
Diseño experimental
Se realizó un diseño completamente al azar, con un total de 4 tratamientos con 5 repeticiones en cada uno, donde el primer tratamiento dependió de la guía comercial de la línea genética utilizada (Ross Ap 308) (CT), el segundo tratamiento (CP) con base al comportamiento que presentó las pollas en cada semana, esto con respecto a su ganancia de peso y uniformidad a lo cual dependiendo de su comportamiento se le asigna el aumento en la ración semanal, finalmente los otros dos tratamientos se guiaran por el consumo hecho por el especialista donde se aumentara o disminuirá un 10% de su consumo/día(+10% y -10%).
Al finalizar la semana 19 se evaluó el estado de la pechuga de todas las aves y se promedió su calificación. Así mismo se sacrificaron 5 aves de cada tratamiento, se pesó la pechuga, se calculó el peso neto corporal y el porcentaje de pechuga y la cantidad de grasa pélvica acumulada en dicha semana.
Análisis estadístico
Se utilizó el programa estadístico SAS ®, donde se analizó el consumo semanal de cada tratamiento sobre el peso y la ganancia de peso diaria obtenida, además de peso, porcentaje de la pechuga y grasa pélvica. Para cada una de las variables evaluadas se utilizó un modelo completamente al azar (CA) mediante la realización de ANAVA, comparación de medias, homogeneidad de varianza y test de Levene, con P < 0.05 de significancia.
Gráfica 1. Tendencia de pesos de los cuatro tratamientos con respecto de la guía.
Resultados y discusión
El peso corporal mostró un aumento progresivo con la edad en todos los grupos de prueba, con una diferencia significativa (p≤0.05) en la tasa de crecimiento entre los grupos (Tabla 4). El aumento de peso deseado de 100 g/semana promedio fue logrado por las pollitas de los grupos CT, CP y +10% con los aumentos de alimento que se muestran en la tabla 3. Sin embargo, las pollitas del grupo -10% registró un crecimiento promedio de 70.2 g/semana, por lo cual se han alejado del peso guía deseado por la casa comercial. No hubo mortalidad en ningún grupo durante el período de prueba.
Con respecto a la variable peso se puede indicar que el tratamiento que se comportó diferente durante las 5 semanas evaluadas fue el -10%, esto podría indicar que un mal manejo del consumo durante el levante, podría reducir el peso (grafica 1), así mismo no cumpliría con los objetivos que propone la guía suministrada por la casa comercial, además el bajo nivel que presenta en la acumulación de energía y proteína podría conllevar en tal caso de que no se realice una corrección al peso a una baja postura, a una alta incidencia de huevos pequeños, inviables o presentar una tardía en la madurez sexual.
Si bien los tratamientos (CT, CP y +10%) estuvieron cerca de la línea guía de peso recomendable por la guía de Aviagen, esto puede reflejar que no hubo competencia por el alimento en cada uno de estos tres tratamientos, con una uniformidad en el consumo, no se presentó perdidas calóricas por efectos ambientales (humedad relativa y temperatura). La ganancia diaria de peso fue significativa en los tratamientos de CT, CP y +10%, de los cuales CP y +10% se mantuvieron con respecto a la guía de la casa comercial, pero es de considerar que hubo una alta variación especialmente en las últimas semanas de la uniformidad de los tratamientos (grafica 2), en donde los tratamientos CT y +10% se comportaron mejor frente a CP y -10%. Esto podría indicar que hay una mayor competencia del alimento con niveles bajos de alimento, por lo cual presentaría una alta variabilidad de pesos y por ende es necesario realizar gradings en semanas cruciales con miras a mejorar la uniformidad y con ello a mantener un buen peso entre los lotes.
El patrón de alimentación durante el período de levante (4 a 19 semanas) resulta en el consumo acumulado de proteínas (1000 g) y energía de aproximadamente (20.000 kcal/kg), sin embargo, es más importante el monitoreo y la obtención del perfil semanal de suministro, lo cual influye en el peso y composición corporales de las aves en las edades objetivo y su estado fisiológico correspondiente.
Así, además del consumo total de nutrientes durante este período también se debe considerar la forma en que se hace esta distribución durante la etapa de cría. Los aumentos en la cantidad de alimentos deben ser compatibles semana a semana con el perfil estándar de suministro de energía (McDonald et al 1999).
En la tabla 5 se observan los perfiles de proteínas y de energía consumidas acumuladas en los diferentes tratamientos hasta la semana 19, en él se muestran algunas diferencias, en especial en el tratamiento -10%, lo cual si se mantiene esta tendencia no alcanzo dicho objetivo a la semana 19. Mientras que hay un sistema de especificaciones de alimento y requerimientos de energía diaria en las guías, el peso corporal objetivo puede ser obtenido bajo las más variadas especificaciones nutricionales. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que la nutrición/formulación es la parte responsable por establecer la relación energía/nutrientes que permitirá lograr la composición corporal ideal para maximizar la productividad durante la fase de postura (López y Leeson 1995).
Se conoce que las aves consumen menos alimento a medida que aumenta el nivel de energía del alimento. Esto se debe a que el ave intenta mantener una ingesta de energía determinada cada día. Sin embargo, el mecanismo no es de ninguna manera controlada y, a medida que aumenta el nivel de energía, la disminución real en la ingesta de alimento a menudo se regula de forma desequilibrada, lo que lleva a un “consumo excesivo” de energía. A medida que aumenta la temperatura ambiental, el mecanismo tiende a desequilibrarse, por lo que a menudo se considera aumentar el nivel de energía de la dieta en un intento de estimular la ingesta de energía (McDonald et al 1999).
Con respecto a los resultados de pechuga y grasa pélvica (Tabla 6) el sistema arrojó que no hay diferencias significativas en los cuatro tratamientos, pero es relevante lo que presentó el tratamiento -10% que, a pesar de un bajo consumo de alimento, obtuvo valores menores con respecto a los otros tres tratamientos, así mismo sería interesante ver el comportamiento hasta el final del levante y su efecto durante la fase de producción.
Tabla 4. Peso (g), ganancia diaria de peso (g), uniformidad (%) y Coeficiente de variación (C.V (%)) en las semanas evaluadas, conformación de pechuga en 10ma, 14va y 19va semana en los cuatro tratamientos evaluados. Las letras (A, B, C) y sus emparejamientos corresponden a diferencias estadísticamente significativas con un p <0.05
Tabla 5. Consumo acumulado de energía y proteína de los 4 diferentes tratamientos evaluados.
Tabla 6. Evaluación de pechuga y contenido porcentual de tejido adiposo.
Un crecimiento controlado en la reproductora de engorde es esencial durante la etapa de levante, nunca se debe sobre alimentar o reducirle el consumo de alimento, esto podría provocar choques metabólicos y por ende problemas fisiológicos a corto y mediano plazo en la reproductora; así mismo se debe tener en cuenta el nivel de ingesta de energía y de proteína, durante la semana como el acumulado durante esta fase además mantener una evaluación constante del peso, ganancia de peso y además de mantener una uniformidad alta dentro de los galpones, cualquier error durante esta fase podría ocasionar problemas que puede ser incorregibles durante la producción.
Factores como la humedad relativa, temperatura, manejo de comederos y bebederos, tamaño de partícula, forma de suministro del alimento, oscurecimiento entre otros durante esta fase son esenciales para que la reproductora pueda expresar su capacidad de rendimiento y con ello obtener buenos parámetros zootécnicos durante la fase de producción.
Conclusión
Un mal manejo por parte del técnico en el consumo de alimento en reproductoras puede provocar afectaciones a mediano y largo plazo, que abarcan desde el peso, uniformidad y a largo plazo problemas metabólicos, productivos y reproductivos, los cuales provocarían sobrecostos en el lote. Se necesita más información e investigación local sobre los efectos en la fase de producción, con el objetivo de mejorar y optimizar nuestros recursos disponibles.
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