Editorial – Edición 77

Editorial

Horizonte Gris

La industria avícola Colombiana, ha sido a lo largo de estos últimos años, un ejemplo de resiliencia y tenacidad ante las situaciones adversas. No podemos olvidar que afrontamos dos situaciones especialmente críticas en los últimos años: Una pandemia para la cual, ningún país, sociedad, empresa ni persona, se encontraban preparados y un “Estallido social” que nos puso a todos contra la pared.

Haber logrado tomar decisiones adecuadas y ajustar todas las variables de producción y mercado durante la pandemia, adoptando con sacrificio medidas a veces drásticas, nos permitieron salir adelante ante una situación tan adversa y crítica.  

Algunos se quedaron en el camino y muchos lograron subsistir.  Todos ganamos experiencia y entendimos que ciertos ajustes eran necesarios para replantear los sistemas de producción y ser más eficientes cada vez.  Todos entendimos lo frágiles que somos como individuos y lo fácil que puede ser llegar a fracasar en lo colectivo.

No habiendo superado ese amargo momento, vino el “Estallido social”, el cual acabó de complicar la ya de por sí, difícil situación del sector.  Evidenciamos nuestras debilidades frente a las precarias vías de comunicación para ingresar insumos y sacar producto.  Evidenciamos la ausencia de estado para defender el patrimonio con creces alcanzado.  Evidenciamos lo mal que pueden resultar las cosas cuando no existe una política de seguridad clara que nos permita garantizar una actividad productiva y comercial constante.

Y como si esto fuera poco, nos enfrentamos ahora nuevamente a una reforma laboral cuyo alcance compromete cada vez más al empresario, teniendo en cuenta que nuestro negocio funciona de día y de noche, días hábiles y festivos.  No se pretende desconocer que al trabajador se le deben garantizar la plenitud de sus derechos laborales; finalmente cumplimos con una labor económica y social; pero a la hora de considerar crecimientos e inversiones, el factor laboral será decisivo al momento de formular un futuro proyecto.

Existe una desconexión total entre el sector productivo y público, donde al empresario se le estigmatiza, haciéndolo ver como el causante de la gran tragedia social que ha hecho del trabajador prácticamente un esclavo.  ¿Alguno de nuestros ministros ha tenido que padecer la angustia de pagar una quincena en momentos difíciles?  ¿Alguno conoce el esfuerzo que se requiere para generar un empleo cumpliendo los requisitos de ley?  Es muy fácil distribuir la plata de los demás….

Como si esto fuera poco, estamos reviviendo momentos casi olvidados:  El deterioro del orden público y la seguridad en el campo, son factores que nos deben preocupar a todos.  No existe una política clara de seguridad que cobije al productor y es por esto que debemos estar cada vez más unidos como gremio de productores y profesionales, haciéndonos oír y representar ante quienes tienen la responsabilidad de garantizar nuestra seguridad y labor.  

Esperemos que nuestros gobernantes entiendan que es el producto de nuestra industria, el que alimenta a aquellos colombianos de estratos menos favorecidos.

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